Las primeras esculturas griegas fueron pequeñas figuras humanas hechas en materiales muy débiles tales como la arcilla, el marfil o la cera. Luego comenzaron a trabajar con piedra inspirándose de los monumentos de Egipto y Mesopotamia. Con la llegada del clasicismo los rostros en las esculturas ganaron en expresividad y realismo, gracias al estudio griego en anatomía humana.
Durante el período helenístico se enfatizaron y sofisticaron las formas heredadas del clasicismo. Así, producto de esta recepción, surgieron obras de inigualable monumentalidad y belleza, como El coloso de Rodas, de treinta y dos metros de altura. Cabe aclarar, que tanto por su función religiosa como decorativa, la escultura se hallaba estrechamente ligada a la arquitectura. Así lo evidencian los trabajos estatuarios de las fachadas, columnas e interior de los templos.
Durante el período helenístico se enfatizaron y sofisticaron las formas heredadas del clasicismo. Así, producto de esta recepción, surgieron obras de inigualable monumentalidad y belleza, como El coloso de Rodas, de treinta y dos metros de altura. Cabe aclarar, que tanto por su función religiosa como decorativa, la escultura se hallaba estrechamente ligada a la arquitectura. Así lo evidencian los trabajos estatuarios de las fachadas, columnas e interior de los templos.
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