domingo, 5 de octubre de 2008

Arquitectura Griega


El templo fue, sin lugar a dudas, uno de los legados más importantes de la arquitectura griega a occidente.
Era de una forma bastante simple: una sala rectangular a la que se accedía a través de un pequeño
pórtico y cuatro columnas que sostenían un techo bastante similar al actual tejado a dos aguas. En los comienzos éste fue el esquema que marcó los cánones. Del perfeccionamiento de esta forma básica se configuró el templo griego tal y como hoy lo conocemos. En sus comienzos, los materiales utilizados eran el adobe para los muros y la madera para las columnas. Durante el periodo arcaico, éstos fueron reemplazados por la piedra, lo que permitió el agregado de una nueva hilera de columnas en el exterior, y con lo que la construcción ganó en monumentalidad.
Entonces surgieron los primeros órdenes arquitectónicos: el 'dórico', al sur, en las costas del Peloponeso y el jónico, al este. Los templos dóricos eran más bien bajos y macizos. Las gruesas columnas carecían de base y el
fuste era acanalado. El capitel, muy simple, terminaba en una moldura llamada equino.
La construcción jónica, de mayores dimensiones, descansaba sobre una doble hilera de columnas, algo más estilizadas, también de fuste acanalado y con un sólido basamento. El capitel culminaba en dos gráciles
volutas y los frisos se hallaban decorados con relieves. Más adelante, en el período clásico la arquitectura griega arribó a su máximo apogeo. A los dos órdenes ya conocidos se sumó el corintio, con su típico capitel terminado en hojas de acanto.
Las formas se estilizaron aún más y se agregó una tercera hilera de columnas. El
Partenón de Atenas es la más clara ilustración de este brillante período arquitectónico griego. En tiempos de la dominación helénica la construcción, que conservó las formas básicas del clasicismo, alcanzó el punto máximo dela fastuosidad. Columnas de capiteles ricamente ornados sostenían frisos trabajados en relieve de una elegancia y factura insuperable.

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